QUE QUIERE DIOS QUE HAGA CON EL MALIGNO - QUE QUIERE DIOS QUE HAGA CON EL CUENTA CUENTOS

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Lo mas importante es no desconocer su existencia, para poder ser precavidos y estar alerta debemos aceptar que el maligno existe.

Job 2.6-7
“Un día vinieron a presentarse delante de Jehová los hijos de Dios, entre los cuales vino también Satanás. Y dijo Jehová a Satanás: ¿De dónde vienes? Respondiendo Satanás a Jehová, dijo: De rodear la tierra y de andar por ella”.

Es obvio de acuerdo a la Biblia que Satanás mora por la tierra cerca de nosotros. El problema es que no sabemos reconocerlo, debemos estar muy atentos por que cualquier signo de maldad es suya.

Zacarías 3.1
“Me mostró al sumo sacerdote Josué, el cual estaba delante del ángel de Jehová, y Satanás esta a su mano derecha para acusarle”.

Satanás nunca está lejos de nosotros, esta pendiente de mentirnos y engañarnos en todo momento se regocija con nuestros errores y pecados.

Mateo 4.10-11
“Entonces Jesús le dijo: Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él solo servirás. El diablo entonces le dejó; y he aquí vinieron ángeles y le servían”.

Pero es Jesucristo quien tiene el poder es el quien puede alejarlo de tu vida, deja que sea Jesús quien reine en tu corazón así el mal no podrá morar en él.


Es nuestro Señor Jesucristo quien nos enseña a rechazar las maquinaciones de Satanás.

Mateo 16.23
“Pero él, volviéndose dijo a Pedro: ¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios sino en las de los hombres”.

Todos podemos ser instrumento de Satanás, hasta un creyente como el apóstol Pedro, puede ser usado por el, todo lo que sea necesario para interferir en los caminos de Dios.

Marcos 4.15
“Y éstos son los de junto al camino: en quienes se siembra la palabra, pero después que la oyen, en seguida viene Satanás, y quita la palabra que se sembró en sus corazones”.

Así que la meta de Satanás es venir a poner duda en la gente para robar la palabra de Dios de sus corazones, y se busca todos los métodos que puede. Ese es el primer paso. Después, como la gente en general no se toma el tiempo para estudiar la palabra de Dios por sí misma, termina cayendo en su trampa y al final consigue destruir la fe.

 QUE QUIERE DIOS QUE HAGA CON EL MALIGNO - CON SATANAS - CON EL DIABLO

Hechos 26.12-16)

12 Ocupado en esto, iba yo a Damasco con poderes y en comisión de los principales sacerdotes,
13 cuando a mediodía, oh rey, yendo por el camino, vi una luz del cielo que sobrepasaba el resplandor del sol, la cual me rodeó a mí y a los que iban conmigo.
14 Y habiendo caído todos nosotros en tierra, oí una voz que me hablaba, y decía en lengua hebrea: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Dura cosa te es dar coces contra el aguijón.
15 Yo entonces dije: ¿Quién eres, Señor? Y el Señor dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues.
16 Pero levántate, y ponte sobre tus pies; porque para esto he aparecido a ti, para ponerte por ministro y testigo de las cosas que has visto, y de aquellas en que me apareceré a ti,
17 librándote de tu pueblo, y de los gentiles, a quienes ahora te envío,
18 para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados.

Satanás es muy real, pero Satanás como espíritu al que no podemos ver. Si hasta el mismo Señor Jesucristo fue tentado por Satanás, ¿cuánto más no vamos a ser tentados nosotros? Debemos estar muy alertas y despiertos de sus maquinaciones. Una de estas maquinaciones es hacer creer a los hombres que él no existe, de esa manera será más fácil caer en sus trampa. Por eso debemos estudiar cómo trabaja entre nosotros porque es  peligroso.

2 Corintios 11.14-15
“Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. . .”.

Satanás se disfraza como un ángel de luz” dice la Biblia, pero ¿qué clase de luz tienen los que niegan la existencia de Dios? Los que no creen en el , son como cantaros vacíos.

Juan 8:12
“Yo soy la luz del mundo, el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”.

La verdadera luz es la Luz es Jesucristo.

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2 comentarios:

  1. Una de las primeras cosas que tengo que comprender y aceptar es que yo soy aquel ser humano que soy, que me ha sido dado y que tal cual me asumo, y que nunca seré el personaje que sueño y proyecto ser en un mundo imaginario. Dios se me manifestará y me mostrará su voluntad a través de las posibilidades y los límites de mi cuerpo y de mi espíritu, tal cual Él me los ha dado.

    Aunque hemos de reconocer que la experiencia en el cuidado de los hermanos, más que el propio temperamento impetuoso y extremista de Francisco, fue lo que le hizo ejercitar el «discernimiento». Quizá pueda afirmarse que Francisco tuvo más discernimiento para con sus hermanos que para consigo mismo.

    Uno de los «lugares privilegiados» de la revelación es la conciencia del hombre, donde las llamadas e interpelaciones de Dios son más o menos percibidas. Para Francisco, el «artífice principal» de esta iniciativa divina fue el Espíritu Santo. Francisco inculcó siempre una gran apertura, una máxima disponibilidad al Espíritu del Señor: «... al Espíritu del Señor... a las visitas del Espíritu», porque lo había experimentado personalmente de manera positiva, decisiva.

    Obedecer es principalmente «escuchar», según el sentido bíblico de la palabra tanto en hebreo como en latín. Puesto que el Espíritu es la fuente de todo discernimiento, sólo Él puede permitirnos ver y creer en los signos y por medio de los signos humanos. Y toda intuición en este caso es un verdadero nacimiento.

    Ciertamente, este «lugar» fue tan determinante para su vocación que lo impondrá o sugerirá también a los otros hermanos: «Desde el principio de la Religión, después que los hermanos empezaron a multiplicarse, quiso que viviesen en los hospitales de los leprosos para servir a éstos. En aquella época, cuando se presentaban postulantes, nobles y plebeyos, se les prevenía, entre otras cosas, que habrían de servir a los leprosos y residir en sus casas» (LP 9). Y si el biógrafo recuerda esta práctica es porque lamenta que se haya perdido. De hecho, en la Regla no se habla de ella.

    Francisco conocía bien la naturaleza humana, de la que desconfiaba; conocía los peligros de la «propia voluntad», los enredos del egoísmo, la tendencia a tomar por «inspiración divina» lo que no es más que simple efecto de la psique o resultado del prisma socio-cultural en que se vive inmerso y que siempre es un poco deformante; todo esto, sin embargo, no le impedía tener una gran confianza en la «inspiración».

    De ahí nace en él la preocupación por hacer verificar, confirmar, autenticar sus propias «inspiraciones» por medio de otras mediaciones que no sean las suyas propias. Sabe perfectamente que el receptor humano está con frecuencia ofuscado y a veces bloqueado por su infinita capacidad de autojustificación incluso espiritual. Y uno de los mejores «lugares» es la fraternidad, es decir, el conjunto de los hermanos o, como suele llamarse, «el capítulo». Leemos, en efecto, que los hermanos, al regresar de Roma, discutían para averiguar cómo observar mejor el Evangelio, cómo actuar, cómo vivir (cf. 1 Cel 34; LM 4,1-2). Y sabemos que Francisco mismo recurrió con frecuencia a los hermanos y también a las hermanas para conseguir mayor claridad en lo referente a su vocación y misión.

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  2. La biblia presenta a Dios de propósitos. Nunca su llamamiento santo carece de un plan o proyección determinada.
    Así fue desde el comienzo de la humanidad y así será en el futuro. Dios crea al hombre y a la mujer con un propósito y objetivo definido:
    “Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra” Génesis 1:28
    De la misma manera que la creación del hombre y de la mujer tenía un propósito específico, así también ocurrió con los hombres a quienes Dios llamó posteriormente. Noe fue llamado para hacer aquella colosal arca, Abraham para ser el padre de la nación de Israel, Moisés para dirigir la liberación del pueblo, Josué para conquistar la tierra prometida, etc. etc. Todos los llamados tuvieron, tienen y tendrán un propósito por el cual fueron convocados por El Soberano. El apóstol Pablo presenta esta realidad indiscutible de la siguiente manera:
    “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados” Romanos 8: 28
    El texto señala que los llamados están dentro de un propósito definido soberanamente por Dios, y es por eso que todas las cosas que ocurran en ese proceso, será conforme al desarrollo del plan divino. En otras palabras, podemos decir que El Señor nos llama “para algo” y ese “algo” es el que nosotros debemos descubrir.

    Es evidente que lo primero que Dios revela en su propósito, es querer salvarnos de la condenación del pecado, no obstante, una vez que ya estamos en Cristo, es decir, ya somos salvos por la gracia por medio de la fe en el sacrificio de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, Dios nos entrega los propósitos y objetivos de nuestro llamamiento.

    En el caso del propio apóstol Pablo, su situación personal con el Salvador, tiene unas aristas muy claras e ilustrativas para nuestra enseñanza. Bien sabemos que Saulo de Tarso era un acérrimo perseguidor de la iglesia en el comienzo del cristianismo, sin embargo, camino a Damasco cuando él mismo se aferraba a la convicción de que asolando a la iglesia estaba sirviendo a Dios, experimenta un glorioso encuentro personal con Jesús que terminaría por cambiar completamente su vida.

    Es en esa experiencia cuando la mente y el corazón de Saulo fueron sometidos a una profunda cirugía por las manos del mismo Cristo y fueron revolucionadas sus ideas y convicciones, sus anhelos y sus metas, hasta llegar al extremo de hacer la gran y trascendental pregunta: Señor ¿Qué quieres que yo haga. En esa pregunta de Saulo, se revelan dos elementos indiscutibles, la rendición incondicional ante El Señor y la sumisión a su propósito soberano. Ya no eran las convicciones de Saulo u objetivos que lo movían, sino que aparecía el nuevo anhelo de hacer lo que su Señor tenía preparado para él.

    Esa es la tónica de todo legítimo hijo de Dios. El cristiano verdadero desea agradar a su Señor y desea cumplir el propósito por el cual Dios le llamó. Por lo tanto, es muy necesario que cada creyente en Cristo, haga esta solemne pregunta entre clamor y lágrimas: Señor ¿Qué quieres que yo haga?

    La vida del creyente no consiste en ser servido, sino que en servir. A veces ocurre exactamente lo contrario.
    Muchas personas creyentes buscan ser servidas y por lo tanto sus anhelos apuntan a encontrar un lugar placentero y agradable, y a la más mínima incomodidad migran hacia otros destinos. Nunca se someten al Señor ni le preguntan ¿Qué quieres que yo haga?

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