Deuteronomio 29:19 (Nueva Versión Internacional)
“Si alguno de ustedes, al oír las palabras de este juramento, se cree bueno y piensa: “Todo me saldrá bien, aunque persista yo en hacer lo que me plazca”, provocará la ruina de todos.”
Este pasaje se encuentra en el contexto de los capítulos 28 y 29 de Deuteronomio, donde se mencionan las bendiciones y las maldiciones que son consecuencias de seguir a Dios y sus mandamientos.
La enseñanza es clara: Los mandamientos de Dios repercuten en tu bienestar, alejarte de ellos destruye lo que hayas construido en tu vida. Ser una persona veraz te gana el respeto de los que te conocen, ser una persona fiel construye relaciones sentimentales estables, ser una persona honrada obtiene el favor de los demás.
Pero hay un pensamiento que brota de vez en cuando en nuestro corazón: “Quizás esta vez pueda hacer lo que me da la gana, hacer lo que me plazca, aunque eso signifique quebrar las normas de Dios, y estoy seguro que saldré airoso, nadie se enterará, todo me saldrá bien.” La Biblia lo describe con estas palabras:“Todo me saldrá bien, aunque persista yo en hacer lo que me plazca”
Pero la experiencia indica que no es así. Es un autoengaño, que millones han intentado y terminan llorando al ver el resultado de sus malos caminos. Un matrimonio feliz, hijos emocionalmente sanos, una esposa fiel… todo se vino abajo después que el marido decidió tener una aventura con una mujer de la calle. Un buen puesto de trabajo, buen sueldo,… todo lo perdió por mentirle a su jefe y obtener ganancias fraudulentas. Una carrera universitaria, un futuro profesional… todo lo perdió al salir embarazada de un joven que no tenía ni siquiera trabajo.
Miles de ejemplos como estos, nos muestran la falsedad de ese concepto que dice: “Todo me saldrá bien, aunque persista yo en hacer lo que me plazca”
Pensamos que le puede pasar a cualquiera, pero no a mí. Pensamos que todos los demás fueron tontos al ser descubiertos… pero yo soy más inteligente, a mi no me van a agarrar. Sabemos de miles de historias de gente que arruinaron su vida… pero en mi caso, y solo en mi caso…esto no va a ocurrir. Alejarse de la iglesia, alejarse del Señor es el paso previo para enfriarse espiritualmente… pero en mi caso es diferente, decimos.
Pensamiento tonto y necio. Podemos engañar al mundo entero, pero no a Dios. Quebrar las leyes de Dios trae sus consecuencias, a cualquiera, y eso me incluye a mí.
La próxima vez que este pensamiento venga a su mente: “Todo me saldrá bien, aunque persista yo en hacer lo que me plazca” … recuerde que solo es cuestión de tiempo, y su historia formará parte de esas miles de anécdotas que certifican que quien quiebra las leyes de Dios termina quebrando su propia vida.
Dios les bendiga.
Pastor Carl Hardmeier
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