Romanos 14:8
“Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos.”
Recuerdo cuando durante las fechas de navidad, todos se preocupaban de comprar las tarjetas de felicitación y enviarlas con la debida anticipación para que estas llegaran a tiempo. Hoy los saludos se envían por Internet. Es más barato, mas rápido y mas sencillo.
Hace unos años, el día del cumpleaños, uno recibía tarjetas y llamadas telefónicas de felicitación. Esto fue cambiando con los teléfonos móviles, y los conocidos SMS, mensajes de texto enviados por el celular. Hoy, lo actual es: Facebook.
La tecnología es así. Nos impresiona, nos apresa, invade cada área de nuestra vida. Satura nuestra forma de vivir, de conversar, de ver el mundo desde una perspectiva distinta. La tecnología cambia tan rápido, pero nadie se preocupa de ello, dejamos que así sea porque se vuelve parte de nosotros mismos.
¿Qué haríamos hoy sin Internet, sin celular, y sin computadoras? Nuestros hijos no pueden imaginar un mundo así. La tecnología es dueña y señora de nuestro andar diario. Se ha metido en cada pequeña parte de nuestra vida.
¿No debería ocurrir lo mismo con nuestra fe? ¿No debería ser nuestra fe el factor que controle nuestros pensamientos, conductas, y actitudes diarias?
La fe, como lo hace la tecnología, debería impresionarnos, apresarnos, invadirnos en todas las áreas de nuestra vida. La fe debería ser los lentes a través del cual vemos el mundo. Esa fe que nos enseñó Jesús, que emana amor, paz, misericordia, bondad. Esa fe, donde Jesús es lo mas importante.
Y al hablar por teléfono con otros, nuestra fe controle cada palabra que sale de nuestra boca. Y cuando vamos por la calle y vemos una mujer guapa, que nuestra fe controle nuestros pensamientos. Y cuando me siento a comer o ver una película, al manejar el auto, o viajar en tren, al discutir con mi esposa, o renegar con mis hijos, que siempre nuestra fe dirija mis expresiones, mi conducta, mi comportamiento.
Esa es la fe que necesitamos. No es una fe de domingo cuando voy a la iglesia, como una ropa que me pongo de vez en cuando, y luego la vuelvo a guardar en el cajón de la cómoda. Es una fe que ha invadido cada célula de mi ser, y cada minuto de mi vida.
¿Cómo hacerlo? Exactamente igual que lo hago con la tecnología, ríndase a Jesucristo y deje que Él sature todas las áreas de su vida. No luche por el poder… déjelo a Él gobernar. Baje los brazos, y sométase a Jesús. Déjese invadir por el amor y el poder de Dios.
“Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos.”
Bendiciones
Ps. Carl Hardmeier
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