Publicado el 11/9/2014
"El pasto siempre es más verde al otro lado de la cerca”, cuando tenemos este tipo de pensamiento nuestra mente se aleja de la realidad y nos lleva a creer que necesitamos vivir una vida diferente a la que tenemos.
Debemos aprender a amar nuestra vida, los expertos dicen que tenemos que aprender a desear lo que tenemos y no lo que no tenemos. Cuando pensamos lo contrario damos lugar a la envidia.
¿Qué es la envidia? Es creer que los demás tienen mejores cosas que nosotros. Es el dolor interno que sentimos debido al éxito de otra persona.
Eclesiastés 4:4 dice: “He visto asimismo que todo trabajo y toda excelencia de obras despierta la envidia del hombre contra su prójimo. También esto es vanidad y aflicción de espíritu”.
Debemos reconocer si hay envidia en nuestro corazón para que Dios nos ayude a manejarla, esta es una mala semilla que impide que nos relacionemos con el Espíritu Santo. Cuando nos comparamos con otra persona dejamos de comprender el propósito para nuestra vida.
¿Cómo acabar con la envidia?
1. Reconocer que Dios da una medida de prosperidad diferente a cada persona. Es importante saber que Dios es bueno y que no nos dará menos de lo que necesitamos. Mateo 13:5 dice: “Manténganse libres del amor al dinero, y conténtense con lo que tienen, porque Dios ha dicho: «Nunca te dejaré; jamás te abandonaré»”.
2. Pedir la medida de prosperidad apropiada para el momento que estamos viviendo. Recibir el éxito sin estar preparados es peligroso. Por eso debemos pedirle a Dios que nos dé la medida óptima para cada momento y así podamos ser buenos mayordomos.
Cada uno de nosotros puede ser la mejor versión de lo que Dios ha creado y eso podemos lograrlo usando nuestros dones y siendo responsables con los talentos que Dios nos ha dado.
Además, Mateo 6:33 dice: “Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas”.
Por eso vale la pena que nos preguntemos, ¿qué estamos haciendo para buscar el reino de Dios?
Dios es abundante y su forma de dar es ilimitada, por eso podemos confiar en que él tiene un plan perfecto para nosotros sin importar lo que tiene la persona que está a nuestro lado.
3. Confesar que sentimos envidia. Cuando le decimos a Dios lo que sentimos la victoria sobre la envidia está más cerca.
4. Reconocer que no merecemos nada de lo que hemos recibido y que todo lo que tenemos lo tenemos por gracia.
Predicación del 27 Agosto de 2014 en el Auditorio de la Iglesia El Lugar de Su Presencia - Bogotá - Colombia por Juan Pablo Landínez.
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