Enamorarse y comprometerse con una persona, e incluso casarse trae consigo todo el entorno amical y familiar de cada una de las partes. En ese sentido, uno de los principales factores que suele presentar discrepancias entre las parejas son los suegros.
Muchas veces, por innumerables razones, los padres de ella y el no ven como la persona ideal para sus hijos la persona que eligieron y ello en poco tiempo puede empezar a afectar la relación de pareja.
Hoy en QUE QUIERE DIOS QUE HAGA te traemos un caso que posiblemente te pueda parecer muy común.
Marisol cuenta: * “La madre de Paolo no disimulaba su incomodidad y antipatía por mí. Pero mis padres no se portaban mucho mejor con él. De hecho, nunca había visto que trataran tan mal a alguien. No importaba a qué padres visitáramos: uno de nosotros siempre pasaba un mal rato”.
Paolo dice: “Mi madre pensaba que nadie era lo bastante bueno para sus hijos; de ahí que casi desde el comienzo empezara a criticar a Marisol. Lo mismo les pasaba a los padres de Marisol conmigo: siempre tenían algo que reprocharme. El problema era que cada uno defendía a sus padres y, al final, terminábamos criticándonos el uno al otro”.
Es ya bastante conocido que los humoristas saben sacarle el jugo a los conflictos con los suegros y suegras. Lamentablemente, en la vida real, estos problemas son de real importantancia y bastante serios, pues tienden a afectar la relación de pareja.
Una mujer india llamada Johanna explica: “Mi suegra estuvo interfiriendo en mi matrimonio por años. Como no podía desquitarme con ella, a menudo el que pagaba los platos rotos era mi marido. Para él era un continuo dilema: ser un buen esposo o ser un buen hijo”.
Pues bien, ¿por qué se meten los padres en la vida matrimonial de sus hijos? Marisol, citada al principio, da una posible razón: “Tal vez les cuesta aceptar que alguien más joven e inexperto pueda cuidar de su hijo”. Dilip, el esposo de Johanna, va un poco más allá. “Puede que, después de criar a sus hijos y sacrificarse por ellos, sientan que estos los están dejando de lado —afirma—. O hasta es posible que tengan serias dudas de que su hijo o su hija pueda sacar su matrimonio adelante.”
Aun así, hay que reconocer que los suegros no siempre tienen toda la culpa. A veces, los responsables de que los padres interfieran son los propios hijos. Analicemos, por ejemplo, el caso de Michael y Leanne, un matrimonio de Australia. “Leanne procede de una familia muy unida, en la que todo lo hablan entre ellos —explica Michael—. Por eso, estando ya casados, ella consultaba con su padre cosas que, en realidad, teníamos que decidir nosotros dos. Y por mucha experiencia que tuviera su padre, me dolía que no acudiera a mí.”
Sin duda alguna, los problemas con los suegros pueden añadir tensión a un matrimonio. ¿Es ese su caso? ¿Cómo se llevan ustedes con sus suegros? A continuación examinaremos dos situaciones que pueden surgir y algunas sugerencias que les ayudarán.
PRIMERA SITUACIÓN:
Uno de los cónyuges piensa que el otro está demasiado apegado a sus padres. “Mi esposa quería que viviéramos cerca de su familia —cuenta Luis, que reside en España—; de lo contrario, sentía que los estaba traicionando. También es cierto que, cuando nació nuestro hijo, mis padres venían a casa casi a diario, y eso la estresaba mucho. Esta situación provocó varias discusiones entre nosotros.”
Factores a considerar:
Hablando de la institución matrimonial, la Biblia indica: “El hombre dejará a su padre y a su madre, y tiene que adherirse a su esposa, y tienen que llegar a ser una sola carne” (Génesis 2:24). Ahora bien, ¿qué significa “ser una sola carne”? Implica algo más que vivir juntos: implica formar una nueva familia, una que está por encima de sus respectivas familias (1 Corintios 11:3). Claro está, todavía tienen que respetar a sus padres y atenderlos debidamente (Efesios 6:2). Pero ¿qué pasa si la forma en que su cónyuge cumple con este deber hace que usted se sienta descuidado o abandonado?
Algunas sugerencias:
Esfuércese por ser objetivo. ¿De veras está su cónyuge demasiado apegado a la familia? ¿O será sencillamente que la relación que su cónyuge tiene con sus padres es diferente de la que usted tiene con los suyos? Y en tal caso, ¿estará influyendo su crianza en cómo ve usted las cosas? ¿Pudiera ser que usted, en realidad, esté sintiendo algo de celos? (Proverbios 14:30; 1 Corintios 13:4; Gálatas 5:26.)
Es verdad que no es fácil responder estas preguntas y que, para hacerlo, se requiere ser honrado con uno mismo. Sin embargo, es vital que se las haga. Tenga en cuenta que si usted y su cónyuge discuten a menudo por el tema de los suegros, tal vez el verdadero problema sea otro.Muchos conflictos matrimoniales surgen cuando los cónyuges —que no siempre van a concordar en todo— no logran ver las cosas desde la perspectiva del otro (Filipenses 2:4; 4:5). Ese era el problema de Marcelo, un esposo de México. “El ambiente familiar en el que se crió mi esposa no fue precisamente el mejor para ella —explica—. Así que evité relacionarme mucho con mis suegros. De hecho, no quise tener ningún contacto con ellos durante años. Claro, esto me causó problemas con mi esposa, pues ella extrañaba mucho a la familia, sobre todo a su madre.”
Con el tiempo, Marcelo vio la necesidad de adoptar una actitud más equilibrada. “Todavía creo que a mi esposa le afecta emocionalmente pasar mucho tiempo con sus padres, pero ahora veo que lo contrario también la perjudica. Por eso, me he reconciliado con mis suegros y, en lo posible, trato de mantener una buena relación con ellos.” *
¿POR QUÉ NO INTENTAN ESTO? Que cada uno escriba lo que más le preocupa de su relación con los suegros. Háganlo con tacto. Recuerden que lo que están expresando son sus sentimientos, y no deben parecer recriminaciones. Luego intercambien sus notas y piensen juntos qué pueden hacer para ayudarse el uno al otro.
SEGUNDA SITUACIÓN:
Los suegros se inmiscuyen constantemente dando consejos sin que se los pidan. “Pasé los primeros siete años de casada con la familia de mi esposo —cuenta Nelya, de Kazajistán—. Criticaban mi forma de cocinar, de limpiar e incluso de criar a los niños. Y no servía de nada hablar con mi esposo y con mi suegra. Al contrario, solo provocaba más discusiones.”
Factores a considerar:
Cuando alguien se casa, deja de estar bajo la autoridad de sus padres. La Biblia dice que “la cabeza de todo varón es el Cristo; a su vez, la cabeza de la mujer es el varón”, es decir, su esposo (1 Corintios 11:3). Esto no quita que ambos cónyuges todavía deban honrar a sus padres, como se indicó antes. Proverbios 23:22 nos recuerda: “Escucha a tu padre, que causó tu nacimiento, y no desprecies a tu madre simplemente porque ha envejecido”. Ahora bien, ¿qué puede hacer usted si sus padres, o los de su cónyuge, tratan de imponer sus opiniones?
Algunas sugerencias:
Trate de entender por qué sus suegros actúan como lo hacen poniéndose en su lugar. “A veces —explica Paolo, mencionado al comienzo—, los padres simplemente quieren sentir que todavía son importantes para los hijos.” Si usted se da cuenta de que no se entrometen con mala intención, el problema quizás pueda resolverse aplicando el principio bíblico de Colosenses 3:13, que dice: “Continúen soportándose unos a otros y perdonándose liberalmente [...] si alguno tiene causa de queja contra otro”. No obstante, tal vez haya casos en que las constantes intromisiones de los suegros provoquen graves discusiones en el matrimonio. Llegados a este punto, ¿qué pueden hacer los cónyuges?
Algo que les ha resultado práctico a algunas parejas es ponerles ciertos límites a los padres. Para eso no es necesario sentarlos y decirles duramente lo que no deben hacer. * Por sus acciones, usted puede dejarles claro que la prioridad es su cónyuge. Masayuki, un esposo japonés, da un ejemplo: “Cuando sus padres opinen, no les dé inmediatamente la razón. Recuerde que usted está sentando las bases de una nueva familia. Así que, primero, pregúntele a su cónyuge que piensa al respecto”.
¿POR QUÉ NO INTENTAN ESTO? Hablen sobre qué conflictos entre ustedes se deben a las intromisiones de los suegros. Luego, escriban cómo pueden fijar límites a sus padres y, mostrándoles el debido respeto, hacer que los cumplan.
Esposa conversando con su esposo
En muchas ocasiones, la situación puede mejorar si se entiende por qué los suegros actúan de cierta forma y si no se permite que los problemas con ellos causen división en la pareja. “En nuestras discusiones sobre los padres había muchos sentimientos implicados, tanto por mi parte como por la de mi esposo —reconoce Marisol—. Enseguida nos dimos cuenta de que decirle al otro lo que sus padres hacían mal no era la solución. Al revés, causaba más daño. Finalmente, decidimos concentrarnos en resolver el problema en vez de utilizar los defectos de nuestros suegros para lanzarnos dardos el uno al otro. ¿Funcionó? La verdad es que sí. De hecho, Paolo y yo estamos ahora más unidos.”
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